Hola Amigas. 👋
¿Cómo andan?
Esta edición tardó un poquito más en llegar, lo sé. Primero, porque el tema de hoy lo pide a gritos. Y segundo… ¡terminé de escribir el libro! Ahora estoy en la etapa de correcciones, que básicamente es decidir cuánto voy a resistir la tentación de agregar más capítulos. Si todo sale según lo planeado (y controlo mis impulsos), en marzo ya debería estar en sus manos.
Este jueves hacemos un mini conversatorio en Buenos Aires junto a Sabri de Mujeres Soberanas en el café Lady Brava, Guevara 599. Las entradas están agotadas pero después de las 20.30 están todas más que invitadas a pasarse, así nos conocemos las caras.
Por otro lado, por acá Amiga está teniendo su momento con la prensa. Si querés ver las notas, las pueden encontrar acá y acá. Y esta también, que quedó muy genial.
Finalmente, el tema de hoy: dinero y pareja. Da para un libro entero (spoiler: el segundo será sobre esto), pero aquí va lo esencial. Cuando lance las guías (ya casi, paciencia 🙃), incluiré más preguntas para abordar en pareja.
Ahí vamos.
El amor sobre toda diferencia social, cantaba Rodrigo.
¿Pero tiene razón? ¿Es eso cierto? (Por momentos siento que estoy a un newsletter de convertirme en Carrie Bradshaw).
El amor romántico, en su forma culturalmente construida, se nos presenta como una suerte de “fuerza mágica” que debe trascender todas las barreras materiales, económicas y sociales. En esta noción del amor —que nos han vendido hasta el hartazgo en películas, libros y canciones— no importa si se tiene o no dinero, lo que importa es la conexión, el sentimiento, la "química". Sin embargo, esta es una de las más grandes mentiras que nos ha contado.
Las cifras lo dicen todo, el 64% de las parejas que se casan suelen ser financieramente incompatibles. Los problemas de dinero son la segunda causa principal de divorcio, después de la infidelidad. Y así y todo, nos lanzamos a convivir o casarnos sin hablar sobre dinero. Como si solo el amor fuese suficiente.
El resultado de esta desconexión tentre el amor idealizado y la realidad económica es devastador. Porque el amor, aunque poderoso, no paga la luz, no resuelve las deudas y, cuando la realidad se impone, pone al descubierto las grietas que preferimos ignorar.
Pero, ¿por qué nos cuesta tanto?
Porque el dinero no es sólo dinero. Es poder, historia, identidad. Hablar de plata no es una charla sobre números, es un full monty emocional. Es el total de lo que creés que merecés, lo que aspirás a alcanzar y lo que ni te atrevés a decir en voz alta.
Una pareja es la suma (o el choque) de dos historias cargadas de heridas económicas y creencias heredadas. Es una negociación constante entre lo que cada uno aprendió en su casa—o desaprendió a los golpes—sobre qué significa el dinero, para qué sirve y cómo debería manejarse.
El problema es que estos traumas no son evidentes al principio. No te los cuentan en la primera cita, cuando todavía estás en la fase de: “¿Te gusta el sushi?”. Aparecen muuuucho después, cuando hay que decidir quién paga qué, para qué ahorrar, y por qué. Es ahí cuando te das cuenta de que no estás en pareja sólo con esa persona, sino con su infancia y su educación financiera (o la falta de ella).
Porque por un lado, tenés a alguien que creció escuchando frases como “el dinero no crece en los árboles” o “no podemos darnos ese lujo”. Por el otro, está quien fue criado con la idea de que la plata es para disfrutarla porque “de algo hay que morir”, y vive gastando como si la jubilación fuera un mito urbano. Y ahí están los dos, intentando construir algo que se parezca a una vida juntos.
Cómo abordar el tema
Crecer en pareja suena muy bonito, pero, ¿hacia dónde? Lo que significa "crecer" para vos puede ser muy diferente a lo que significa para la otra persona. Tal vez para uno, crecer sea ahorrar para una casa, mientras que para el otro, sea vivir el momento porque YOLO. ¿Y sabés qué? Ninguna de las dos visiones está necesariamente mal. Lo que sí está mal es no hablarlo, no sentarse a ver qué historia quiere escribir cada uno y cómo es que van a hacer para encajar esas dos narrativas.
Hablalo pronto, hablalo claro
No esperes a una crisis para abrir la conversación. Antes de decidir cómo manejar las finanzas en pareja, es esencial sentarse a entender qué lugar ocupa el dinero en la vida de cada uno. Les dejo por acá un montón de preguntas para hacerse. Las divido por temas, obviamente hay mil más. Pero estas son las principales.
Infancia: ¿Qué aprendiste sobre el dinero creciendo? ¿En tu casa hablaban de plata o era un tema tabú? ¿Veías a tus padres gastar con libertad o todo giraba en torno a ahorrar? ¿Hubo épocas de escasez que marcaron cómo te relacionás con el dinero hoy?
Identidad: ¿Qué emoción te genera el dinero? Cuando pensás en dinero, ¿sentís tranquilidad o ansiedad? ¿Ganar más te da seguridad o te hace sentir culpa? ¿Qué es "suficiente" para vos?
Relación con la deuda: ¿Qué te enseñaron sobre la deuda en tu casa? ¿Era un enemigo a evitar a toda costa o algo “normal” en tu casa? ¿Cómo te hace sentir estar endeudado? ¿Qué tipo de deuda es aceptable para vos?
Prácticas: ¿Cuáles son tus ingresos y cuáles son los míos? ¿Qué gastos tenemos en común y cuáles son personales? ¿Tenés algún tipo de responsabilidad hacia con tus padres, o algún miembro de tu familia? ¿Queremos ahorrar juntos? ¿Para qué? ¿Qué tipo de vida queremos llevar? ¿Podemos sostenerla los dos?
No hay una respuesta correcta. Lo importante es que cada tanto se sienten a conversar y ajustar el rumbo. Pueden hacer de esto una especie de cita. Algo así como un "check-in financiero" cada 3 o 4 meses para revisar si siguen en la misma página. Hacerlo regular no solo lo vuelve menos incómodo, sino que les da la oportunidad de crecer juntos sin sorpresas en el camino.
Opciones para gestionar la economía: ¿qué les conviene?
Dividir los gastos según los ingresos
Cómo funciona: Cada uno aporta una parte proporcional a lo que gana. Para hacerlo, calculan el porcentaje de los ingresos totales que aporta cada uno y reparten los gastos según ese porcentaje.
Pros: Es una forma equitativa de repartir los gastos según lo que cada uno puede aportar.
Contras: Puede ser un poco difícil de calcular todo el tiempo, y si los ingresos cambian, será necesario ajustar la distribución.
2. A partes iguales, pero ajustando el estilo de vida
Cómo funciona: Dividen los gastos al 50/50, pero se aseguran de que el estilo de vida que elijan ambos sea sostenible y cómodo. La idea es que ninguno de los dos sienta que está sacrificando algo. Los gastos personales de cada uno van por separado.
Pros: Es simple, claro y fomenta la corresponsabilidad. No genera resentimientos sobre quién aporta más.
Contras: Si hay grandes diferencias de ingresos, puede sentirse sintiéndose un poco injusto.
3. Colchón compartido
Cómo funciona: Abren una cuenta conjunta en la que ambos aportan una cantidad mensual para cubrir los gastos comunes, como los del hogar, el ahorro y metas compartidas. El resto del dinero sigue en cuentas individuales para los gastos personales de cada uno.
Pros: Ofrece claridad y libertad: los gastos comunes están cubiertos, pero cada uno conserva control sobre su propio dinero.
Contras: Necesita ajustes frecuentes, especialmente en economías inestables o si hay cambios en los ingresos.
4. Separados, pero con objetivos comunes
Cómo funciona: Cada uno mantiene su cuenta individual, pero acuerdan metas compartidas, como ahorrar para algo específico o unas vacaciones juntos. Se comprometen a revisar regularmente cómo va el progreso de esas metas.
Pros: Fomenta la independencia financiera de cada uno, pero también fortalece el compromiso con objetivos que ambos comparten.
Contras: Requiere hacer seguimientos regulares, y puede haber tensiones si uno siente que está poniendo más esfuerzo o dinero en las metas comunes que el otro.
5. Negociar el tiempo también cuenta
En una relación, el dinero no es lo único que se reparte. El tiempo y las tareas del hogar tienen un valor enorme, aunque a menudo no se reconozcan. Si uno de los dos gana más porque el otro asume la mayoría de las tareas domésticas, administrativas o emocionales, ¿cómo pueden hacer para equilibrar esa dinámica?
Visualicen la carga: Armen una planilla simple. Puede ser un Excel donde detallen quién hace qué, con qué frecuencia y cuánto tiempo lleva. Incluyan todo: tareas domésticas, administración del hogar y, por qué no, la carga emocional (organización de eventos, temas familiares, etc). Anoten quién hace qué, con qué frecuencia y qué tiempo lleva. Esto da visibilidad al esfuerzo de cada uno. Luego establezcan acuerdos claros y justos.
Revisen y ajusten regularmente: Como en una negociación salarial, el reparto de tiempo y responsabilidades también puede necesitar ajustes. Revisen la carga cada cierto tiempo para asegurarse de que ambos estén satisfechos y equilibrados.
¿Qué método es el mejor?
La verdad es que no hay una respuesta única. El mejor método depende de muchas variables: si tienen hijos, si planean tenerlos o no, cuáles son sus metas financieras a corto y largo plazo, el momento en el que se encuentran en la vida, y qué tan dispuestos están a compartirlo todo o mantener ciertos límites. La clave aquí es que no se trata solo de dividir las finanzas en partes iguales, sino de crear una dinámica en la que ambos se sientan valorados por igual en cuanto a su tiempo, esfuerzo y dinero. Las cosas también pueden cambiar: los objetivos de vida, las situaciones laborales, las prioridades. La flexibilidad es el secreto, ajustar sobre la marcha es parte del proceso de crecer juntos.
Nunca pierdas de vista tu independencia.
Dicho todo eso, y aunque todo parezca estar bárbaro con tu pareja, nunca, bajo ningún punto de vista, pierdas tu autonomía. Es clave contar con un fondo de emergencia propio y una cuenta a tu nombre que sea exclusivamente tuya. Por otro lado, planteate metas financieras propias. No importa si son grandes o pequeñas, pero que te entusiasmen. Tal vez sea ese proyecto que siempre has querido lanzar, o aprender algo nuevo que te impulse a seguir creciendo. Y, por supuesto, asegúrate de estar invirtiendo para tu futuro, para tu yo viejita.
Tu autonomía no es negociable; es la base para todo lo demás.
Hablemos de acuerdos formales (sí, eso incluye un prenup).
¿Tabú? Tal vez. ¿Incómodo? Seguro. ¿Necesario? Mucho más de lo que te imaginás. La idea de un acuerdo prenupcial suele levantar cejas porque choca de frente con las fantasías románticas que nos vendieron: si hay amor, no hace falta hablar de dinero. Pero la verdad, amiga, no hay nada más romántico que la claridad.
Un prenup no significa que estás planeando el final antes del principio. Significa que ambos están de acuerdo en cómo manejar las cosas si algún día toman caminos diferentes.
Además, dejemos algo claro: ya tenés un prenup, aunque no lo hayas firmado. Lo establece el código civil de tu país, y las reglas están escritas sin preguntarte qué querés o qué te parece justo. Entonces, ¿por qué no sentarse a crear un acuerdo que realmente refleje quiénes son como pareja y qué esperan el uno del otro?
Pasé por esto cuando me casé: le propuse a mi marido firmar un prenup. Nos conocimos ya grandes, y él entendió perfectamente mis razones para proteger el patrimonio que tanto me había costado construir. No fue un drama firmarlo; al contrario, nos dio claridad y tranquilidad.
Para ir cerrando el tema, que me están haciendo señas detrás de cámara. El problema no es la incomodidad del tema; el problema es que ese silencio beneficia a alguien. Y, spoiler alert: rara vez somos nosotras. Porque que cuando el dinero no se menciona, las decisiones sobre quién lo tiene, lo administra o lo gasta quedan en manos de "el que siempre se hizo". Y ese "siempre" ha funcionado para que muchas mujeres dejen este control en sus parejas.
Hablar de dinero es hablar de la relación misma.
Es alinear valores, proyectos y sueños. Y lo mejor que podés hacer es empezar la conversación cuanto antes. Porque construir una relación no es solo sumar ingresos o dividir gastos, es encontrar la manera de que dos historias financieras—con todo su caos y su bagaje—puedan finalmente caminar hacia un mismo lugar.
Nos vemos en la próxima. 👋
Glosario: Patrimonio (o Net Worth)
El patrimonio, o net worth en inglés, es el balance de tu situación financiera. Es la diferencia entre lo que tenés (activos) y lo que debés (pasivos).
Activos: Todo lo que posee valor, como dinero en cuentas bancarias, propiedades, inversiones, ahorros, vehículos, entre otros.
Pasivos: Son tus deudas, como préstamos, tarjetas de crédito, hipotecas, etc.
Cálculo básico del patrimonio: Activos − Pasivos = Patrimonio
Un patrimonio positivo significa que tus bienes superan tus deudas, lo que puede ser un buen indicio de estabilidad. Si tu patrimonio es negativo, es una oportunidad para revisar tus finanzas y ver cómo mejorar tu situación.
Fofocas del mercado
Estados Unidos: Con Trump de vuelta en la Casa Blanca, el mercado de valores se disparó. Sin embargo, las expectativas a futuro están condicionadas por los posibles aumentos de tarifas que podrían afectar la economía, ya que van directo al bolsillo de esa clase media que votó por él. Aunque el mercado está viviendo un "veranito", analistas advierten que las decisiones de Trump podrían generar turbulencias a largo plazo. Por otro lado, presentó a su gabinete. Mientran lean los nombres y los cargos, recomiendo escuchar la cortina de The Office de fondo.
Eurozona: La Unión Europea y el Mercosur cerraron un acuerdo comercial histórico, después de 25 años de negociaciones. Este acuerdo busca abrir nuevos mercados para ambas regiones, pero está siendo cuestionado por sectores agricultores, que temen que los productos sudamericanos afecten a los productores europeos.
Argentina: El peso argentino fue la moneda que más se apreció en el mundo este año. La reciente intervención del gobierno en los mercados y el control sobre la oferta de divisas están influyendo en este comportamiento, pero expertos señalan que esta apreciación no sería muy sostenible a largo plazo.
Lau me encantó esta edición 🙃 como decís da para un libro enterprise y miles de charlas hahaha
Muy bueno el momento prensa de amiga 👏🏽👏🏽👏🏽 y me parece muy enriquecedor la parte final de glosario + fofocas
P/d: in love de cómo encarás este proyecto, de los pasos que vas dando y ni hablar de cómo comunicás (me siento una espía aprendiendo el paso a paso jajaja para aplicar a mi proyecto GRACIAS MIL por eso jeje)
me hubiese venido reeee bien este post cuando me mudé con mi novio hace dos años. recuerdo googlear y que me sorprendiera no encontrar nadie dándote tips sobre cómo dividir gastos. me terminó recomendando mí psicóloga hacer porcentajes y es lo que hacemos hasta el día de hoy. a mi me resulta muy bien. gracias por toda la data amiga!! zoe 💌